Para preparar la masa madre, esparce la levadura en un frasco grande con agua. Deja durante 5 minutos y después, revuelve para que se disuelva. Con una cuchara de madera, añade la harina sin dejar de remover. Tapa el frasco con un paño de cocina y deja fermentar a temperatura ambiente por lo menos durante 2 días y como máximo, 3 días. Revuelve la preparación 2 veces cada día, de manera que hará burbujas y tendrá un agradable aroma ácido.
Para hacer la masa, echa la levadura en un tazón con agua. Deja durante 5 minutos y después remueve para que se disuelva.
Mezcla las harinas y la sal en un recipiente grande y haz un agujero en el centro.
Pon 250 ml de masa madre en el agujero hecho en la harina y añade también el agua con levadura.
Mezcla la harina hacia el centro del recipiente para formar una masa dura y pegajosa. Añade más agua si es necesario, poco a poco (1 cucharada cada vez).
Vuelca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada. Amasa durante unos 10 minutos, hasta obtener una masa homogénea y elástica.
Pon la masa en un recipiente limpio y tapa con un paño de cocina. Deja fermentar durante 2 horas. Después, deshincha la masa (quítale el aire) y deja reposar unos 10 minutos.
Da a la masa forma de un pan redondo. Colócalo en una bandeja de horno enharinada, tapa con un paño de cocina y deja fermentar durante 1,5 horas a temperatura ambiente, hasta que doble su volumen.
Espolvorea la superficie del pan con harina y haz tres cortes paralelos de unos 5 milímetros de profundidad. Después haz otros tres cortes cruzándose con los anteriores (de forma que quede como una rejilla). Mete en el horno precalentado y hornea a 220ºC (Punto 7) durante 1 hora, hasta que tenga un color dorado y suene a hueco al golpear la base.
Deja enfriar sobre una rejilla metálica.
Tradicionalmente los maestros panaderos franceses hacen fermentar la masa en una cesta. La cesta contiene la masa durante el fermentado, permitiendo que mantenga la forma antes de hornearla.
Coloca la masa en una cesta de unos 20 cm de diámetro, forrada con un paño de cocina bien enharinado. Deja fermentar como se indica en la receta (segundo levado, antes de hornear).
Conservar la masa madre:Deja el resto de masa madre sobrante en el frasco de cristal, reponiendo la parte usada con igual cantidad de harina y agua. Si has empleado 250 ml de masa madre para hacer esta receta, añade al frasco 125 ml de agua y 125 gr de harina.
Esto permite que siga fermentando y esté disponible para la próxima vez que hagas pan. Déjala fermentar a temperatura ambiente entre 12 y 24 horas y después se puede conservar indefinidamente en el frigorífico. Cuanto más tiempo guardes la masa madre, más sabroso estará el pan horneado.
Si no haces pan con frecuencia, se recomienda "alimentar" la masa madre cada 2 semanas: revuelve la mezcla, quita la mitad y sustituye por igual cantidad de agua y harina.